En el sureste, la vida es lenta, conmovedora y llena de color. Imagínese caminando descalzo por pueblos encalados, comprando fruta fresca en un mercado local o zambulléndose en las aguas cristalinas de una cala secreta. Santanyí es el corazón palpitante de esta región: artístico, terrenal y profundamente auténtico.